19.5.09

¿Estamos abandonados en este mundo?

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Al vivir en un país mayoritariamente creyente, por años he observado como millones y millones de personas se postran ante la fé y le atribuyen tanto las cosas buenas como las malas que les suceden.

He visto hacer sacrificios que algunos considerarían incluso inhumanos para agradecer a Dios, a un santo, una virgen o a una versión local de Jesús que les hayan ayudado en algo; en la salud, en la familia o cualquier cosa que le pidieron. Y por otro lado cuando les suceden cosas que no les gustan, se preguntan que han hecho para recibir este castigo por parte de su Deidad.

Alrededor del mundo existen un incontable número de religiones, pero independientemente de la religión de la que se hable, en ellas los individuos encuentran que no están solos en el mundo, que siempre hay un Dios que está observando su comportamiento y que deben de hacer méritos para serle agradable.

En este blog hemos hablado sobre el poder de la mente de los seres humanos, tomando una postura en la que afirmamos que cuando el hombre se lo propone, utilizando sus ideas y convirtiéndolas en hechos puede lograr grandes cosas. Aquel que lucha, que piensa, que reta, que se atreve será aquel que se mejore a sí mismo pero que sobretodo que contribuya a la humanidad.

Y el punto en este post es cuestionar a mis compañeros escritores, pero sobretodo a aquellos que nos hacen favor de leernos cuál es su postura referente a este tema. Yo me pregunto ¿Qué pasaría si como seres humanos asumiéramos que estamos solos en este mundo (me refiero a que no hay una Deidad que nos ayude en nuestras actividades) y que está en nuestras manos ser mejores y obtener mejores resultados?

Mi punto de vista es que seríamos una mejor humanidad, todos asumiríamos que tenemos que poner manos a la obra, que tenemos una responsabilidad en mayor o menor grado y que de todos depende que funcionemos adecuadamente. Podríamos acabar con esa postura conformista en la que se cree que no se puede hacer nada para cambiar las cosas, surgiría una sinergia entre los esfuerzos y las ideas de todos.

Dejaríamos de echarle la culpa a “Dios” de nuestros fracasos, podríamos levantarnos de ellos y seguiríamos adelante aprendiendo de ellos, los afrontaríamos con valentía asumiendo nuestra propia responsabilidad.

Me despido pidiéndoles que mediten las palabras de Víctor Frankl “No le preguntes a la vida: respóndele”

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