29.6.09

Vivo en el pasado



En contraste con los otros 2 brillantes autores de este blog yo no soy admirador de la tecnología. Es cierto que encuentro fascinantes los avances que se han hecho en infinidad de campos de la ciencia a través de ella, también me encanta gozar de sus beneficios y considero genios a aquellos que han logrado estos avances. Pero no obstante todo esto, como extraño el pasado.

Muchas veces me han dicho que soy “un alma vieja” y en este sentido tal vez lo soy. Las armas nucleares me parecen aberraciones que desde su concepción atentan contra el bienestar de la humanidad, son insultantes y a pesar de haber sido creadas por brillantísimos genios creo que cuando fueron utilizadas y si se llegaran a utilizar nos rebajarían como civilización.

Concuerdo en que hoy en día es necesario que los países tanto poderosos como no poderosos cuenten con ellas, sobretodo los primeros porque al contar una potencia con este tipo de armas, es necesario que se genere el equilibrio de fuerzas, de tal forma que regresemos a la igualdad.

Pero retomo mi punto de que extraño el pasado, soy un fiel admirador de la historia y he leído tanto sobre ella que hasta me confundo cuando hablo de las diferentes épocas de esta, pero haré un intento sin fechas para no dar información errónea.

Personalmente me encantan las batallas cuerpo a cuerpo, odio las armas de larga distancia. Me parece cobarde estar sentado en una oficina en el continente americano y poder apretar un botón que active un arma para que ataque a un país asiático. Es mas incluso soy enemigo de las balas, es verdad se necesita una gran destreza para manejarlas adecuadamente pero no me gustan, creo que no dan un resultado que refleje el valor, la inteligencia, la potencia y la brillantez de los hombres. En la mayoría de los casos pienso que las balas sólo muestran quién es el grupo de personas con mayor poder económico.

Que tiempos aquellos en los que los líderes de los pueblos partían con sus ejércitos a atacar a sus enemigos, se hacía toda una estrategia, no nada más de guerra; de logística de transporte, de alimentación, de carga de resguardo y también dejar protegido el propio terreno.

Que maravilloso poder imaginar a Atila con su pueblo nómada llegar a sitiar Constantinopla e incluso a tomar Roma frente al poderoso imperio Romano. Que privilegio poder haber acompañado a Alejandro Magno que habiendo sido discípulo de Aristóteles tenía en mente conquistar hasta el fin de la Tierra, consiguiendo conquistar tantos territorios que se dice que el Sol nunca se ponía en su Imperio. O ser discípulo de Ramsés II, pudiendo apreciar la belleza inigualable de Nefertari y haber luchado a su lado en su eterna batalla con los hititas; todos estos genios militares que comandaban a grupos de guerreros dispuestos a dar la vida por su líder y por su estado.

Batallas de cuerpo a cuerpo, con el blandir de las armas, los cuerpos cansados y donde el que estuviera mejor preparado mentalmente podía salir con la victoria.

Pero desafortunadamente no nos tocó vivir en aquellos tiempos- digo desafortunadamente porque a mí si me hubiera gustado vivirlos, sé que a muchos no, sobretodo por todas las comodidades con las que contamos hoy en día- vivimos en los tiempos de las guerras a distancia, en dónde los niños les presumen a sus amiguitos de otro país sus nuevos juguetes y el nivel de destrucción que tienen estos.

Vivimos en un mundo globalizado en dónde efectivamente todo nos afecta y por eso debemos de prestar atención a la información a la que tenemos acceso. Pero debemos de ser muy cuidadosos, tenemos muchísima información y debemos aprender a tener filtros de esta, para sólo tomar en cuenta la más fidedigna y veraz.

Me despido con una frase que leí alguna vez que tenía en su Messenger mi buen amigo Hummel: “And when Alexander saw the breath of his domain, he wept, because there were no more worlds to conquer”.



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